sábado, 5 de marzo de 2011

Reflexiones carnavalescas

Sorprende la variedad de reacciones que provoca el carnaval. Para unos no es más que un festivo, un día menos de clase. Otros, lo ven como una tradición, como es el caso de la fiesta de Comadres, en Verín, cuya tradición es que el jueves anterior a carnaval los hombres no pueden salir a la calle (al menos, no vestidos de hombre) ya que cualquier mujer que se encuentre algún varón tiene total potestad para desnudarlo o aprovecharse de él. Sin olvidar los que ven en el carnaval la belleza idealizada, como en los grandes carnavales de brasil y su búsqueda de las reinas de fiestas; o el famoso carnaval de Venecia, con sus máscaras de plumas y vivos colores, recorriendo las calles.
Y por otro lado, está la cantidad de gente que se disfraza de una u otra cosa, sólo por el hecho de pasar un buen rato. Disfraces satíricos de políticos e imitaciones de artistas y representantes de los medios de comunicación. Disfraces en grupo, para salir con los amigos, las chirigotas, los concursos varios... Pero, ¿por qué gusta tanto esta festividad? La gente enloquece, se comporta de modo estrafalario, el hecho de ocultarse tras una máscara les permite ser ellos mismos por un día y olvidarse de vergüenza tontas que no hacen más que reprimirnos.
Y no solo eso. Los disfraces seleccionados también dicen mucho de la persona que los lleva. Los disfraces individuales son muy personales. Protagonistas de películas famosas que marcan a quien los lleva, imitaciones de ídolos e incluso homenajes, como fue el caso de Michael Jackson y la multitud de "reyes del pop" que surgieron tras su muerte. En cuanto a los colectivos que se organizan para disfrazarse, los grupos de amigos, en mi opinión representan las ganas de pasarlo bien, la complicidad. Al fin y al cabo, casi se podría asegurar al cien por cien que no todo el mundo está de acuerdo con esos disfraces, probablemente siempre exista alguien que prefiera otro modelo, pero el hecho de que lo acepte para ir todos juntos y pasar un buen rato siempre es algo que se agradece.
Por supuesto, también habrá gente totalmente en contra de esta festividad, que opinen que no es más que una tontería de niños o algo demasiado comercial. Tal vez tengan razón, pero si tanta gente se divierte con ello, si por unos momentos nos permite liberar tensiones, olvidarnos de los problemas externos, convertirnos en otras personas o dejarnos ser nosotros mismos según se vea... Entonces, que viva el carnaval!

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