domingo, 1 de mayo de 2011

Relojes, cronómetros y pérdidas de tiempo

   Pasamos mucho tiempo esperando. Demasiado diría yo. Esperamos a alguien en una cafetería, mientras bebemos un zumo de naranja a pequeños sorbos, intentando que nos dure hasta que llegue. Esperamos las llamadas de teléfono, atentos a que suene la alerta de un mensaje de un momento a otro. Esperamos con ansia una determinada fecha, impacientes, aunque sabemos que por mucho que pensemos en ello el calendario no cambia de fecha más rápido. Esperamos a todas las cosas, sean o no importantes, porque la incertidumbre nos vuelve locos. No sabemos si el zumo durará lo suficiente, si algún móvil se habrá quedado sin batería o si se anulará el evento al que teníamos previsto asistir.
   Y luego, cuando llega el momento preciso, el minutero del reloj sigue su carrera, gira sus 360 grados una y otra vez hasta que la pila no de más de sí. Le damos muchísima importancia al tiempo. Hay tantísimas peliculas y novelas en torno a ese tema... nos obsesionan los cambios. "El curioso caso de Benjamin Button" es una de las películas que más me ha llamado la atención en los últimos años. Como suele decirse, me ha "marcado". No sólo es por que sea más o menos entretenida, ni es un tema novedoso... pero la forma de tratarlo si es impactante. Te hace pensar en el paso del tiempo y en que estamos acostumbrados a verlo todo de una determinada manera. El origen de la historia está en el reloj de una estación, que el día de su inauguración comienza a girar en sentido antihorario. Sin embargo, este mismo reloj de estación que gira hacia donde no debe, también está presente en una novela juvenil de Ruiz Zafón, "El príncipe de la niebla", que a su vez también me llamó la atención en su momento...
   Vale, rectifico, a lo mejor soy yo la que me obsesiono con el tiempo, los calendarios y las fechas importantes... aunque supongo que a todo el mundo le importará, para bien o para mal, la fecha de su cumpleaños, la llegada de la primavera, o un festivo que nos permita hacer puente... ¿no?

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