martes, 16 de octubre de 2012

Teoría mecánico-existencial


  Metaforeémos un poco. 
  Supongamos el ser humano como un ordenador. Supongámonos a nosotros mismos como ordenadores, para ser más exactos. Según las teorías clásicas de filosofía, debíamos distinguir entre cuerpo y mente. Pongamos entonces que somos un hardware a base de esqueleto y músculos varios, con un software determinado. En cuanto al tema físico, ahí cada uno que se meta en el saco que más le interese, alguno se considerará un perfecto Mac y otros con la moral menos subidita se conformarán con un pc más normalito. Por supuesto, tienen cabida también en esta metáfora las diferenciaciones personales y el libre albedrío: podríamos acercarnos a la clínica tecnoestética más cercana para un microimplante en el disco duro, o colocarnos una carcasa a juego en el iZara de la esquina.
     Pero vamos al tema preocupante: ¿Y el software? ¿Quién lo determina? ¿Vendríamos con él instalado de serie y evolucionaríamos a base de actualizaciones? La posibilidad de ir desarrollando por cuenta propia nuestro sistema operativo sería imposible desde un inicio. Un tema a tener en cuenta es de las aplicaciones. Y muy útil. Lo primero que yo bajaría, clarísimamente, una aplicación de toma de decisiones. ¡Cuánto tiempo ahorrado, yo que tardo media hora hasta para decidir que yogures voy a comprar! Sinceramente, ni siquiera me plantearía el hecho de que la decisión fuera incorrecta, sólo el hecho de tomarla rapidamente.Y si en los yogures ya me ahorro quebraderos de cabeza, ni me imagino en el resto de cosas con las que suelo romperme el coco más a menudo de lo que debiera. Cuando se trata de tomar decisiones relacionadas con personas (u otros equipos informáticos en este caso), soy la inseguridad personificada. Tener en cuenta o suponer qué opina el resto requiere un tiempo que, en muchos casos, acaba siendo tiempo perdido. Admiro realmente a los que deciden en un par de minutos qué hacer, y tienen esa capacidad para despreocuparse de los resultados que puedan acarrean sus decisiones. Admiro, que no envidio.
     Supondría, por lo visto, muchas facilidades respecto a nuestra forma de vida actual. Entre los contras, que más de uno nos colgaríamos a los dos años de vida, convirtiéndonos en una versión de "The walking dead" pero con pantallas azules andantes. Además, imaginaos con que mal pie empezaríamos los días si nos despertáramos con un estruendoso: "la base de datos de virus ha sido actualizada".

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